La Cuarta Revolución Industrial, o Industria 4.0, es un concepto que representa una mejora en la forma en la que se llevan a cabo los procesos de producción y manufactura, integrando tecnologías avanzadas, automatización, el internet de las cosas, Big Data y analítica de datos en la fabricación y las operaciones industriales. Sin embargo, la gran revolución de los últimos años ha sido, sin duda, la aplicación de la Inteligencia Artificial a cualquier campo social y profesional. Pero, ¿cómo la integramos en esta ecuación industrial? Su puesta en marcha ofrece numerosos beneficios y oportunidades para mejorar la eficiencia y la productividad de cualquier empresa. Si en anteriores entradas ya hablamos de la automatización de los procesos, estos pueden ser decididos y ejecutados por esta nueva tecnología para reducir errores y mejorar la eficiencia en base al análisis de los datos obtenidos previamente. La Inteligencia Artificial puede inspeccionar la calidad de los productos en tiempo real identificando los defectos más pequeños, multiplicando la precisión, de esta forma, respecto a los métodos tradicionales.

La IA puede aplicarse, igualmente, a la mejora en el diseño de máquinas y la optimización de los procesos de fabricación, reduciendo el material utilizado y estableciendo los parámetros necesarios para conseguir la perfección en el uso de estos. La cadena de suministro no queda fuera de las tareas que podemos encomendar a la Inteligencia Artificial. Su dedicación y exactitud permite mejorar la gestión de la logística o la distribución de los productos y servicios que cada empresa lleve a cabo. El análisis de los datos históricos en cuestión de segundos conlleva la posibilidad de predecir la demanda y los patrones de consumo en cuanto a necesidades futuras, lo que tiene, como consecuencia, una planificación de inventario más eficiente. Lo mismo ocurre con las rutas de distribución, calculadas según algoritmos previamente definidos cuyo objetivo sea la eficiencia tanto en el modo como en el tiempo de entrega de los productos. Contar con un sistema así puede ayudar a cualquier industria a evitar los imprevistos, el exceso o la falta de producción. La posibilidad de actuar con inmediatez gracias a un análisis exhaustivo en tiempo real mejorará tanto la capacidad interna de la empresa como la imagen proyectada hacia clientes u otros proveedores.

Implementar la Inteligencia Artificial en la empresa es, además, una apuesta a futuro, dado que los modelos de IA utilizados pueden ser entrenados por especialistas en programación para satisfacer necesidades y mantener al día un sistema tan avanzado. Tras distintas pruebas se garantiza la precisión y el rendimiento de estos modelos que serán integrados en la producción de forma paulatina, supervisando el desempeño de forma constante. Basta con hacer una comparativa entre el impacto de la aplicación de la IA y la estructura y resultados previos a ella para darse cuenta de que los objetivos comerciales y la mejora en las condiciones laborales se ven incrementadas considerablemente. Renovarse o morir, dicen. La Inteligencia Artificial ha llegado para quedarse.

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