La constante y rápida evolución de los sistemas y las tecnologías aplicadas a la industria requieren un innegable compromiso con la educación y la formación continuada, sin excluir de ella a aquellos empresarios o trabajadores que cuenten en su haber con una dilatada trayectoria. Todos somos susceptibles a los cambios, y la velocidad con la que estos se presentan (algunos expertos explican que su desarrollo es exponencial, frente a la linealidad de hace unas décadas) prácticamente obliga a aquellas empresas cuyo objetivo sea mantenerse o posicionarse en la vanguardia en sus respectivos sectores, a mirar con detenimiento este proceso y ofrecer a sus empleados todas las herramientas disponibles para convertirse en profesionales más completos y actualizados. Mantener una formación continua en el equipo de trabajo se traduce en una mejora en las habilidades, proporcionando los conocimientos necesarios para desempeñar las funciones encomendadas de manera más eficiente y segura, que permita, además, adaptarse a los avances que se presenten de forma rápida y con un notable aumento de la productividad. Ni que decir tiene que un equipo bien formado es más competitivo y mantendrá su motivación y compromiso con la organización.

Para llevar a cabo esta tarea se pueden buscar diversas alternativas, públicas o privadas, que pueden variar susceptiblemente la dedicación económica sobre la misma. En todo caso, la formación adicional siempre ha de ser entendida como una inversión y no como un gasto, dado que ella repercute, de manera positiva, en la empresa, en su trabajo diario y en los resultados que de ella se derive. Puede ser la propia empresa la que, de forma interna, elabore un plan de formación específica para sus empleados. Estos pueden ser concretos acerca de operaciones especiales que su actividad reclame, incluyendo cursos de seguridad, técnicas de producción o desarrollo profesional, entre otras. La formación externa, además de contar con subvenciones públicas interesantes en nuestro país, ofrece oportunidades que difícilmente se pueden poner a disposición de manera interna. Así, instituciones educativas o centros de formación profesional y universidades disponen de un extenso programa de capacitación en nuevas áreas que complementen las ya existentes en las empresas industriales. El desarrollo de conocimientos a través de los programas online son una gran alternativa para aquellos casos en los que los desplazamientos geográficos sean complicados o excesivamente distantes. Todo ello sin dejar de lado, por supuesto, los conocimientos relativos a la prevención de riesgos laborales, algo extendido pero imprescindible cuando el trabajo a acometer conlleva situaciones en las que pueda ponerse en peligro la integridad de sus actores.

Desde formación en seguridad o desarrollo técnico, pasando por habilidades blandas, como el trabajo en equipo, la toma de decisiones o la resolución de problemas, hasta el conocimiento del marco normativo asociado a cada actividad en cada momento concreto, son alternativas altamente interesantes para valorar en torno a la mejora de la productividad y eficiencia de las empresas industriales, pasos imprescindibles para mantenerse a la cabeza en sectores de gran competitividad.

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