El año que ya termina ha marcado la pauta de lo que será, con casi total seguridad, la próxima década, en términos laborales o profesionales. Las habilidades de empresas y trabajadores se ponen al servicio de la inteligencia artificial, de la automatización y de las tecnologías más avanzadas, con el desarrollo más rápido de la historia. Las novedades solapan, con gran velocidad, a las estructuras previas, cambiando la forma en la que las empresas deben concebir sus procesos productivos. Las cifras de desempleo varían con el tiempo, aumentan en unas épocas y disminuyen en otras, pero los requisitos de la industria se muestran, cada vez, más consolidados.

Durante el 2023 los perfiles profesionales relacionados con la tecnología, la ciencia y la innovación han sido altamente demandados en un mercado laboral escaso de personal correctamente preparado. Desarrolladores, analistas o especialistas en ciberseguridad tienen un amplio abanico de posibilidades donde implementar sus conocimientos. Las universidades y los centros de formación se afanan en preparar a los más jóvenes para la nueva realidad industrial, orientada a la digitalización.

Basta con echar la mirada sobre las estadísticas proyectadas por el sector educativo para comprobar que los próximos años deben estar encaminados a conseguir una especialización en Tecnología de la Información. La informática y las telecomunicaciones son sectores que demandan una gran cantidad de profesionales altamente cualificados. Las TIC seguirán siendo claves en el futuro más inmediato y la mano de obra tradicional puede verse seriamente afectada por esta nueva revolución si no adapta sus conocimientos a las tecnologías más vanguardistas.

Expertos en inteligencia artificial, desarrollo de realidad aumentada o especialistas en Big Data serán algunos de los perfiles con mayor salida laboral. La ingeniería industrial será esencial para satisfacer las demandas de las empresas y la renovación que todas ellas, si quieren mantenerse firmes en un mercado globalizado, tendrán que asumir más pronto que tarde. La creación de sistemas de intercomunicación o de vinculación de dispositivos traerá consigo una creciente demanda de personal cualificado en seguridad para evitar que la estructura digital creada sufra impactos negativos o pérdidas de información.

Cualquier empresa industrial, sea ésta del tamaño que sea y cuente con los trabajadores que cuente, debe plantearse una mejora en sus procesos de capacitación continua, formando en tecnologías a los trabajadores existentes y ayudándoles, de esta manera, a adquirir nuevas habilidades. Implementar programas de apoyo a los cambios tecnológicos o facilitar la adopción de nuevas herramientas digitales mediante estrategias simples y prácticas puede favorecer esta transición tan importante. Se puede optar, adicionalmente, por digitalizar la comunicación y relación con los empleados y los proveedores o clientes, adaptándose a unas necesidades cambiantes pero duraderas en el medio plazo.

Existen múltiples posibilidades para contar con la ayuda externa de terceras empresas que colaboren en el proceso de transformación, tanto en la estructura interna y operativa de la organización como en los conocimientos y aptitudes de los empleados. Una conjunción de medidas que, sin duda, puede sentar las bases para el futuro más cercano y, por consiguiente, para el éxito comercial de cada empresa.

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